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La pregunta sobre si hacer investigación en la universidad es como llevar una camisa de fuerza surge repetidamente en conversaciones con investigador+s en diferentes etapas de su carrera. Esta reflexión está especialmente dirigida a tres perfiles:

– Quienes dudan sobre iniciar un doctorado o seguir una carrera académica

– Doctorand+s o postdocs que están atravesando momentos difíciles

– Responsables académic+s con capacidad para impulsar cambios institucionales

Las raíces del malestar académico

El desencanto con la academia y sus dinámicas tiene dos orígenes principales:

1. La universidad como lugar de trabajo

Existe una disonancia entre la imagen de la universidad como templo del conocimiento y su realidad como espacio laboral. Esta institución se caracteriza por:

– Una cultura de trabajo con relaciones altamente jerárquicas

  Ejemplo: Una investigadora predoctoral desarrolla una idea innovadora para su proyecto, pero debe esperar semanas para conseguir una reunión con su supervisor, quien luego rechaza la propuesta sin mayor discusión, basándose únicamente en su preferencia por métodos más tradicionales.

– Una “cultura de la escasez” (concepto desarrollado por Cathy Mazak)

  Ejemplo: Un departamento tiene cinco investigador+s postdoctorales compitiendo por una única plaza permanente, creando un ambiente donde tod+s sienten que deben trabajar noches y fines de semana para destacar.

– Ausencia de mediación formalizada en las relaciones de poder

  Ejemplo: Una doctoranda experimenta microagresiones por parte de su supervisor, pero el departamento carece de protocolos claros para abordar estos conflictos, dejándola sin vías formales de resolución.

2. La rigidez metodológica y relacional

El segundo factor problemático se manifiesta en situaciones como:

– Expectativas poco realistas sobre los procesos de trabajo

  Ejemplo: A una doctoranda se le exige entregar un capítulo “finalizado” de su tesis cada dos meses, sin considerar el tiempo necesario para la recolección de datos, análisis y múltiples borradores.

– La perpetuación de modelos heredados de supervisión

  Ejemplo: Un supervisor replica el estilo distante y poco comunicativo de su propio director de tesis, programando únicamente dos reuniones por semestre con sus doctorand+s.

Más allá del diagnóstico: perspectivas alternativas

Es fundamental reconocer que no existe “La Academia” como entidad monolítica, sino múltiples “Academias”. Esta diversidad se manifiesta en:

– Diferentes culturas departamentales e institucionales

– Variedad de estilos de supervisión y liderazgo

– Espacios que fomentan la interdisciplinariedad

– Instituciones que priorizan el bienestar de sus investigador+s

– Departamentos que valoran diversas formas de investigar y comunicar

El rol transformador de la mentoría académica

Una innovación significativa es la figura de l+ mentor+ académic+, que actúa como intermediari+ entre investigador+s y supervisor+s, ofreciendo apoyo en:

– Metodologías y métodos de investigación

– Sistemas de trabajo y escritura

– Gestión emocional

– Escucha activa

– Habilidades de comunicación y negociación

– Integración de herramientas de IA en el proceso investigador

Conclusión: ¿Camisa de fuerza o espacio de desarrollo?

La respuesta a si la academia es una camisa de fuerza es: puede serlo, pero no es inevitable. Las universidades que reconozcan la necesidad de transformación y adopten dispositivos de acompañamiento serán las que mantengan su relevancia y atractivo para futur+s investigador+s.

Referencias:

Mazak, Cathy (2022). Making Time to Write: How to Resist the Patriarchy and Take Control of Your Academic Career Through Writing. Morgan James Publishing.