
Foto por Casey Horner
No me cansaré nunca de repetir que hasta las personas con experiencia pueden tener dificultades con su escritura, y esto es así sobre todo cuando no tenemos integrado, por los motivos que sean, un hábito de escritura sostenible y un sistema personal para iniciar, desarrollar, o cerrar un manuscrito.
Más que ahondar en los motivos que hay detrás de estas dificultades, quiero tocar un punto que creo es fundamental: la importancia de normalizar que estas dificultades existen, y que muchas veces no discriminan según grado de experiencia con la escritura.
¿Que por qué es importante decirlo? Porque es muy común que estas dificultades se vean como una incapacidad personal, y en consecuencia que se vivan con vergüenza y en privado, lo que no hace sino agravar estas dificultades.
Nos solemos culpar por lo que no fluye al escribir, y por esto abrirse con respecto a estar dificultades puede ser complicado, sobre todo si no tenemos una posición de seguridad, un estatus protegido, una cierta previsibilidad en nuestros contextos de trabajo (por ejemplo un trabajo precario en la universidad).
Para contribuir a que dejemos de explicar nuestras dificultades con la escritura a nuestra falta de “dones” naturales (que por cierto, ¡qué cruel, y qué falsa interpretación esta!), les pregunté qué dificultades tenían, y cómo vivían el momento de escribir, a investigador+s de varias disciplinas dentro de las ciencias sociales y humanas, y en diferentes puntos de sus carreras profesionales.
Debo apuntar que estas experiencias no son propias únicamente de científic+s sociales (también ocurren a científic+s en otros campos), y tampoco de personas que escriben desde un contexto académico (también ocurren en contextos profesionales que dependen de la investigación y de la escritura y un alto grado de autonomía).
Ya hice un video leyendo las experiencias de muchas de ellas en junio de 2022, entonces para seguir con esta divulgación, ahora leeré lasque se han compartido desde entonces. Las he anonimizado para proteger la (probable) vulnerabilidad de quienes están en medios hostiles y competitivos.
Los espacios de trabajo que he creado (grupos de escritura, talleres, espacios de trabajo compartido para hacer “pomodoros” colectivos) son espacios seguros en los que ya no necesitamos ese anonimato. Y espero que algún día contemos con espacios seguros en nuestros contextos laborales como para poder hablar abiertamente sobre las cosas que no nos salen bien a la primera, pero para eso, necesitamos contextos abiertos, contextos críticos que tengan en cuenta la manera en que nuestros privilegios afectan y hacen diversas nuestras formas de ver, pensar, y experimentar las cosas.
Sin más, te dejo con el video.