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Existe una idea muy arraigada en el mundo académico: para que nuestros textos sean verdaderamente académicos, deben ser completamente objetivos, sin rastro alguno de nuestra presencia como investigador+s. Esta noción genera una contradicción fundamental que paraliza a much+s académic+s en formación: ¿Cómo producir un texto académico “objetivo” cuando la investigación que lo sustenta la hemos realizado nosotr+s mism+s?
La ilusión de la neutralidad
Esta paradoja trasciende las fronteras disciplinarias. Si bien podría parecer más relevante para las ciencias sociales, políticas y jurídicas, el componente humano está igualmente presente en las ciencias naturales, físicas y químicas. L+s investigador+s tomamos decisiones constantemente, desde la construcción inicial del problema de investigación hasta la manera de explicar nuestros hallazgos.
Incluso en campos como la física teórica, donde las ecuaciones y teorías son estándar, existe un elemento personal en cómo elegimos explicar los conceptos. Cuando nos enfrentamos a problemas que admiten múltiples aproximaciones, ¿no hay acaso un componente creativo en la aplicación de nuestro criterio personal?
Opinión personal vs. posicionamiento académico
Es crucial distinguir entre opinión personal y posicionamiento académico:
– La opinión personal se basa en preferencias y gustos individuales, priorizando la autenticidad y la expresión del “yo” sin considerar necesariamente otras perspectivas.
– El posicionamiento académico emerge de un criterio personal informado por:
– Un proceso de investigación exhaustivo,
– El mapeo del campo de estudio,
– La comprensión de diferentes modelos explicativos,
– El diálogo con diversas teorías y visiones precedentes
Este posicionamiento reconoce nuestra ubicación dentro de una comunidad científica y refleja nuestra historia personal, intelectual y formativa. Lejos de invalidar nuestra investigación, estos elementos la enriquecen, influyendo en nuestras preguntas, aproximaciones y respuestas.
Creatividad y rigor: una falsa dicotomía
La investigación y la escritura académica son procesos inherentemente creativos, incluso cuando seguimos métodos científicos rigurosos. El rigor se manifiesta en:
– La selección criteriosa de fuentes bibliográficas,
– La definición precisa de conceptos clave,
– El diseño metodológico,
– La recolección y análisis de datos,
– La explicitación de nuestra participación en la investigación
El uso del “yo” en la escritura académica
La inclusión de la primera persona del singular en textos académicos refleja un cambio paradigmático. Ya no se trata simplemente de una elección estilística, sino de una decisión con implicaciones epistemológicas, teóricas y metodológicas. Este cambio responde al reconocimiento, siguiendo a Donna Haraway, de que la pretendida objetividad y neutralidad en la investigación es una falacia.
Hacia una nueva comprensión del rigor académico
La producción académica en castellano está evolucionando hacia una mayor apertura en este sentido. Como señalan Pat Thomson y Barbara Kamler, es inevitable que l+s investigador+s estemos íntimamente vinculad+s con nuestra investigación.
Esto no significa abandonar el rigor crítico. Por el contrario, implica:
– Estar abiert+s al feedback de supervisor+s y colegas,
– Reconocer y cuestionar nuestros sesgos, y,
– Mantener, como sugiere Pierre Bourdieu, un ejercicio fundamental de construcción del objeto de estudio que nos permita tomar distancia de nuestras opiniones personales
La objetividad total es imposible, incluso en la era de la inteligencia artificial, donde los sesgos humanos se transfieren a los sistemas automatizados. Lo importante es reconocer nuestra posición y trabajar desde ella con rigor y transparencia.
Referencias
Bourdieu, Pierre, y Wacquant, Loïc (2005). Una invitación a la sociología reflexiva. Siglo XXI Editores.
Haraway, Donna (1988). Situated Knowledges: The Science Question in Feminism and the Privilege of Partial Perspective. Feminist Studies, 14(3), 575–599. https://doi.org/10.2307/3178066