Foto de Dan Burton.

Mi relación con el descanso

Una de las cosas que más me gusta de mi trabajo es que me permite, y no sólo eso, me exige, estar continuamente leyendo, observando, escuchando en profundidad, documentando. En suma, me permite y exige investigar. No es casualidad, claro! Ya era investigadora antes de crear Mind Academia, y está construida alrededor de la idea de investigar y de investigarse.

Lo que no es tan obvio, tal vez, es que esa misma curiosidad hacia “temas” y esa mirada de investigadora también me la dirijo a mí misma. Y no es casualidad que Mind Academia, como comunidad de práctica alrededor de la escritura, sea como es. ¡Claro! Ya era investigadora antes de crear esta mentoría, y ya me interesaba el desarrollo personal y la auto-etnografía (que no es sólo mirarse el ombligo), y por eso está construida alrededor de la idea de investigar y de investigarse, poniéndolo todo en un contexto social (instituciones) y cultural (lo que hacemos, cómo nos relacionamos, y lo que simboliza).

Me auto-investigo con curiosidad, porque me interesa, y porque es una pieza muy importante del trabajo que hago, que es al fin y al cabo el saber escuchar desde su propia experiencia a las personas con las que trabajo. Saber encajar piezas de un puzzle/rompecabezas (que son los proyectos que exigen creatividad y una propuesta personal), y acompañar procesos de escritura y transformación.

¿Cómo voy a saber escuchar a otras personas, si no me escucho a misma? Mh, pues no.

Es también un ejercicio inevitable dado el camino que elegí como trabajadora en un proyecto personal: que me levante todos los días a hacer mi trabajo depende de mis niveles de energía, de mi motivación, de mi claridad. Seguramente, si tienes un alto grado de independencia en tu trabajo, te pasa parecido.

La perseverancia necesaria para que Mind Academia sea posible depende de estar en un buen lugar a nivel mental, físico, y emocional. Por eso debo ser muy consciente de mí misma y de cómo me relaciono con el mundo. 

¿Y por qué te cuento esto?

Porque una de las cosas más importantes para mi y para este proyecto es entender mi relación con el trabajo, y… ¡cha chán! También mi relación con el descanso. Debo ser consciente de cuánto puedo dar, de saber cuándo parar. Cuando planeo el descanso de fines de semana y finales de día entre semana, y también las vacaciones del año, y cuando se acercan esas fechas.

Nuestra relación personal con el descanso

Y lo que sí te puedo decir es que me cuesta descansar, me cuesta no estar en “modo productivo”. No trabajar los días festivos como lo es pasado mañana en Madrid es todo un logro. Y mirando atrás, ha sido así de forma evidente desde la época del grado/licenciatura. Estar tirada en el sofá sin hacer nada o “sólo” enfocada en estudiar era bien difícil para mi.

Hay gente a quien esto afecta más que a otra. Conozco a personas que no tienen ni una pizca de remordimiento por desconectarse del trabajo. Pero en mi experiencia este no es el caso de las personas que trabajamos en proyectos con los que nos identificamos a nivel personal, y en los que hay una fuerte carga vocacional.  

A parte de qué tan comprometid+s o entregad+s estemos a nuestro trabajo y a la gente que éste impacta, se puede intuitivamente imaginar que la incapacidad para descansar puede estar relacionada con nuestras propias historias, y con la cultura de trabajo de nuestra familia. ¿Venimos de una familia donde el reposo estaba mal visto? ¿Qué significa ser perezoso en tu familia? ¿Se glorificaba el “sacrificio” por el trabajo? 

En mi casa sin duda se respetaba esto de “trabajar mucho”, y mis horas extra-escolares estaban llenas de actividades: deportes (yo era de basket en la infancia), clases de música, clases de latín (sí, lo hacía por gusto 😉 ). Mi madre, la figura que más me influencióen este sentido, estaba más tranquila cuando mi hermana y yo hacíamos cosas, y mostrábamos resultados, que cuando no. Puedo decir que mi valor en la familia estaba muy ligado a mis logros.

La cultura de trabajo en la universidad

A esta historia, que es particular a mi recorrido —y con la que tal vez te identifiques— se le puede añadir las lógicas de funcionamiento de nuestro sistema, que es capitalista, y en particular la lógica en la que basa su beneficio, que es la fabricación de la escasez. En este caso, se traduce en que estemos convencid+s de esta escasez, que pensemos que nunca hay suficiente tiempo, dinero, u oportunidades. 

Estas lógicas están en el centro de cómo están diseñadas nuestras universidades, y afecta sobre todo a las personas que trabajan ahí y que tienen dentro de sus responsabilidades, y de lo que se espera de ellas, que investiguen y publiquen. 

Cathy Mazak, coach de escritura académica con un punto de vista crítico muy sólido, escribe en su libro “Making time to write” (2022), que el cansancio es el lugar natural al que caemos las mujeres académicas —y con más intensidad si eres una mujer académica racializada—.

Es así porque se espera de ellas (no me incluyo, porque ya no sigo una carrera académica estándar): una dedicación generosa a la institución en forma de trabajo de servicio (muchas veces no reconocido formalmente en los procesos de acreditación interna y nacionales), dedicación a la docencia, con la presión de las evaluaciones del profesorado por parte de l+s estudiantes, y, claro, la exigencia de investigar y publicar para asegurar el propio lugar de trabajo, y estabilizarse. 

Con Cathy Mazak, defiendo que descansar es un acto de rebeldía. El descansar es todo un logro, y es el resultado de un proceso que implica trabajo y compromiso, y ella explica una manera de hacerlo en su libro. Te lo recomiendo, su perspectiva es interesante y hay muchas de las cosas que ella propone que yo integro en mi trabajo.

Y como hay que comenzar por algo, te propongo 2 reflexiones para comenzar a transformar tu relación con el trabajo, y en consecuencia, con tu (derecho legítimo) al descanso. 

1. Cuestiona el “me voy a poner al día en vacaciones”

2. ¿Realmente tienes que hacer todas estas cosas? 

Digamos que no tienes suficiente tiempo para todas las cosas que necesitas hacer y menos para las que no son obligaciones, es decir, para las que quieres hacer.

Escribe todos los proyectos que tienes en el tintero, y pregúntate cuántos de ellos están realmente conectados con tus prioridades.

Si estás en el nivel doctoral, tu prioridad en principio sería terminar tu disertación, y/o publicar en lugares con gente con la que quieras mantener una conversación, y colaborando con personas que te ayuden a abrirte a puertas en los lugares en los que quisieras estar después del doctorado. Y si estás en el nivel postdoctoral, tus prioridades tendrán que ver con tu carrera profesional (por ejemplo, generar impacto y visibilidad en relación con los temas con los que estés comprometida).

Y pregúntate cuáles de estos proyectos has aceptado desde el miedo a “no tener suficientes publicaciones” y de enfocarte en la escasez de oportunidades de escribir y de participar en proyectos significativos y que contribuyan a que te vaya bien. Puede que haya otros motivos más loables detrás, aparte del miedo a no tener suficientes proyectos, como por ejemplo que la persona que te lo propuso es una buena persona y te cae bien, o porque quieres establecer vínculos de colaboración con ella, etc.

En cualquier caso, esto es lo importante: ¿en cuáles de estos proyectos quieres realmente trabajar y en cuáles te sientes obligada a hacerlo por otros motivos? ¿Qué pasaría con esta sensación de tener que trabajar todo el tiempo si tuvieras solo uno o dos proyectos, los más interesantes, emocionantes, e importantes para ti, rodando al tiempo?

De momento, ahí te dejo estas 2 reflexiones.

¡Feliz descanso!

Referencia

Mazak, Cathy (2022). Making Time to Write How to Resist the Patriarchy and Take Control of Your Academic Career Through Writing. Morgan James Publishing.