Foto de João Costa.

Te voy a contar la historia de una investigadora postdoctoral, una colega a la que llamaremos Julia, y del artículo que escribió y que nunca publicó.

Se trataba de un artículo derivado de su tesis de doctorado en el campo de la antropología social y cultural, sólo que el tema que eligió para su artículo era una pequeña pieza de los resultados de esa investigación. 

Era una pequeña pieza, pero era de las más interesantes para ella, y formaba parte de sus resultados, más que de sus preguntas de investigación. Estos dos datos son importantes, porque quieren decir que su motivación inicial era alta, pero todavía quedaba trabajo por hacer para que este tema fuera el punto focal de un artículo. 

La verdad es que ella había visto cosas que eran interesantes, pero no había ubicado todavía la relevancia de su hallazgo con respecto al campo interdisciplinar de estudio en el que se ubicaba, ni tampoco para los contextos de la vida de todos los días con los que estaba conectado (el campo empírico). Tenía una intuición sobre la importancia de lo que había encontrado. 

Esto quiere decir que en realidad quedaba mucho por hacer. Mucho más de lo que imaginó y para lo que estaba preparada. Esto significó que trabajara, además por primera vez, en producir un artículo científico, teniendo, al mismo tiempo, que generar una revisión de la literatura. 

Me contaba de vez en cuando que no creía la cantidad de trabajo que le estaba suponiendo, teniendo en cuenta que ya llevaba con su investigación doctoral 3 años. Sus expectativas chocaban con la realidad, que iba descubriendo a medida que iba pasando. 

No solamente se venían las etapas que ella ya conocía: “escribir” (una idea abstracta porque lo había experimentado para la escritura de su tesis, que no es lo mismo que para un artículo), pedir feedback a alguien que tuviera disponibilidad, enviar el artículo a la revista en cuestión, esperar el veredicto, e incorporar correcciones o enviarlo a otra revista.

Además de esto, mientras escribía, vio que su intención no estaba del todo clara para ella. Esto significaba que tenía también que dar forma a su argumento (porque no escribimos solo para describir, sino para aportar a un campo desde una posición determinada dentro de las posiciones posibles). En fin, muchas cosas más de las que había imaginado. 

Esto la llevó a un lugar de impaciencia, y luego la sensación de pérdida de control sobre si podría llegar a su meta, o no. Se le descompensó lo que las hermanas Nagoski (2019), Emilia y Amelia llaman “el monitor” interno, que calcula el cociente entre esfuerzo invertido y avance. Si el esfuerzo es alto, y los avances insuficientes, el monitor hará que quieras abandonar lo que haces. El monitor es un nombre más accesible que “discrepancy-reducing/-increasing feedback loop” y “criterion velocity” (me leí en inglés este libro), que es el nombre científico para este mecanismo que busca protegernos de morir, básicamente. 

Estoy segura de que esto fue lo que le pasó a Julia, mirando atrás. Ella me pidió que leyera su artículo cuando terminó el primer borrador. Es verdad que en muchos momentos no veía a dónde me quería llevar con lo que estaba leyendo, pero había ideas muy interesantes. Cuando le rechazaron el artículo, lo dejó, y hasta el día de hoy. 

Ahora, años después, veo que esta situación habría sido totalmente evitable, gracias a un apoyo externo, a más herramientas y más información. ¡Qué lástima! Muy seguramente le faltaba el último empujón, pero era uno que no se vio capaz de dar, creo yo por una falta de visión de lo que suponía llegar hasta el final y sopesar si le valía la pena o no. 

Ahora que me dedico a mentorizar a personas que están escribiendo a partir de su investigación veo que esta situación es muy, pero muy común. Y que nos beneficiaríamos muchas personas de abrir esa caja opaca, mostrando la realidad de lo que pasa o puede pasar, porque ver el camino entero es bien importante a la hora de trabajar con alguna garantía de llegar hasta el final. 

Por este motivo en el video que encuentras abajo hablo de la impaciencia, de cómo puedes saber si te está pasando a tí, y 4 cosas que puedes hacer al respecto. Pasarlo mal escribiendo, sintiendo que no llegas o que nunca es suficiente trabajo el que dedicas a tu proyecto, no es una condición necesaria. Se puede escribir con menos agobio, disfrutando más, con más seguridad, y asegurándote de que vas a hacer un trabajo de calidad.

Abajo referencio textos que menciono en el video, junto con el que he incluido aquí, por si te interesa ahondar un poco más. 

Referencias

Boice, R. (1990). Professors as writers. A Self-help guide to productive writing. New Forums Press.

Fernsten, L. A., & Reda, M. (2011). Helping students meet the challenges of academic writing. Teaching in Higher Education, 16(2), 171–182. https://doi.org/10.1080/13562517.2010.507306

Morss, K., & Murray, R. (2001). Researching Academic Writing within a Structured Programme: Insights and outcomes. Studies in Higher Education, 26(1), 35–52. https://doi.org/10.1080/03075070020030706

Nagoski, A., & Nagoski, E. (2019). Burnout: The Secret to Unlocking the Stress Cycle. Ballantine Books, Random House.