
Foto por Luca Favre
¿Cómo afecta el tiempo nuestro trabajo académico? ¿Cómo te afecta la presión por ser veloz?
El tiempo es una variable fundamental en nuestro trabajo. Ya había comenzado a hablar de esto en un post sobre el interés de registrar nuestros progresos y así saber cómo avanzamos, y hace un mes a raíz de la conferencia Accelerated Academy en la que Remedios Zafra intervino sobre cómo ayudarnos a desacelerar sin que esto nos penalice.
Una doctoranda que forma parte de la comunidad de práctica de escritura que facilito en Mind Academia, que llamaré Verónica, nos comentó durante una sesión de escritura: “Siento que voy demasiado lenta, pero me di cuenta de que tenía que parar de mirar cuánto tiempo me estaba tomando escribir este capítulo porque me estaba agobiando tanto que no podía trabajar”.
Había en lo que decía la frustración frente a un proceso que es más lento de lo que alcanzaba a imaginar. Hablaba también de la evidencia de que querer o necesitar ir más rápido no es suficiente para que podamos acelerar el proceso, y que al final el querer ser más veloces se puede traducir en lo contrario, es decir, en ir incluso más lento. Verónica se dio cuenta de que pasar de ser estudiante a convertirse en autora de sus propias ideas era un proceso que requería un ritmo propio.
La escritura es una de las tareas de la investigación que de forma más evidente nos exige práctica y un compromiso. Escribir bien implica haber escrito “mal” (confusamente, fragmentadamente, erráticamente, etc., inserta tu adjetivo aquí). Es una de esas cosas que cualquier persona que haya escrito puede decir, y que al mismo tiempo cuesta tanto que lo integremos. Aunque lo hayas leído mil veces, lo reitero: es en la edición donde se crea la buena escritura.
En esta entrada, y el video que como ya sabes la acompaña, hablo de la sensación de ir demasiado lentas y sus motivos, y de la tensión entre lentitud y rapidez en el proceso de escritura. Hablo, más exactamente, de por qué sentimos que vamos “demasiado” lentas, de dónde sacamos la idea que deberíamos ir más rápido, y por qué no nos salen los planes y cronogramas que nos planteamos. También propongo que el proceso de escritura es un proceso de creación de una contribución propia a nuestros campos de estudio que necesita de lentitud y de velocidad, es decir de las dos cosas. Uno de maceración, lento, y otro de destilación, en el que la escritura se acelera.
Ya no estoy haciendo un doctorado, pero me acuerdo bien de lo que es hacer uno. A día de hoy, mi trabajo combina la investigación con la dirección de una mentoría académica, y este trabajo también me exige combinar momentos de trabajo lento y rápido. En los primeros necesito sentir que dispongo del tiempo para pensar, redirigir, diseñar, conectar, mapear, jugar con las ideas; y en el segundo mi objetivo sí que es acelerar e intento ir como una flecha hacia un objetivo que ya es más claro.
También defiendo esta postura y práctica en mi trabajo con investigadoras.
A ritmo de tortuga
La escritura doctoral es lenta, sí, ¡y más si estás concretando una idea o construyendo un argumento académico por primera vez! Si vienes de un campo con instrumentos conceptuales o lenguajes más estandarizados o establecidos como es el caso de las matemáticas o las ciencias físicas, es probable que puedas ir más rápido desde antes. También es el caso de las personas que hacen un doctorado en un problema muy definido por un grupo de investigación o un/a supervisor/a ya establecido/a en su campo.
En cualquier caso, hay esperanza.
Para ir más rápido, se puede trabajar la sensación de que no estás a la altura de un ritmo ideal e imaginado de escritura. Esto con el fin de que no permitas que esta sensación de inadecuación te haga dudar de cada decisión que tomas (elegir una palabra y no otra es, por ejemplo, una decisión que haces mientras escribes), y puedas escribir de forma más fluida, y disfrutando más incluso. Esto, a la larga, redundará en que vayas más rápido. Que aprendas a sentirte cómodo/a con tu ritmo actual tiene una serie de consecuencias positivas que explico en el video.
Y una vez hayas pasado la fase de incubación de tus ideas y tengas más clara la orientación de tu manuscrito, hay aún más esperanzas, porque también se puede trabajar la velocidad objetiva a la que escribes.
Tengo mucho por decir sobre este tema, y eso que no entré demasiado en el significado político de ir lentas o rápidas en el contexto de una academia dominada por lógicas de mercado donde la presión por la rapidez es real, y la presión por “estar a la altura” es mucho mayor para las mujeres y otras identidades no normativas.
He cortado el video en dos partes para hacerlo más manejable. En la primera, la de esta semana, hablo de la lentitud subjetiva, y dejo para la siguiente semana la parte sobre velocidad objetiva y la eficiencia al escribir, deseable en momentos concretos de nuestro trabajo.
No dudes en compartir si te resultó útil: esta es una de las experiencias más comunes para quien escribe.