Foto de David Clode
Uno de los temas más recurrentes en mi trabajo con docentes, investigadorxs, y trabajadorxs autónomas de sectores creativos, es el tema de la necesidad de poner límites a las demandas externas como manera de controlar la intensidad del trabajo, y poder así comenzar a equilibrar los diferentes tiempos vitales y laborales, como forma de poder estar bien aun en trabajos que tienden a ponernos en situaciones de presión y de auto-explotación.
Hace poco acudí digitalmente al congreso Accelerated Academy que va por su 8a edición, y que transcurrió también presencialmente en Valencia. Lxs organizadorxs de esta edición son colegas académicxs y docentes de la Universidad de Valencia y de la Universidad de Zaragoza. La propuesta de Accelerated Academy es dialogar y reflexionar desde un punto de vista crítico sobre procesos que afectan a la universidad, a la generación de conocimiento, y a su cuerpo investigador. Esta edición se centró en la academia española, con estructuras jerárquicas muy marcadas, y precarizada por la gestión de recursos y de la institución desde planteamientos neoliberales. Si lees esto, seguramente te suena familiar.
Remedios Zafra fue una de las invitadas a desarrollar estas reflexiones. Para quien no la conozca ya, ella es filósofa y ensayista, y actualmente es Científica Titular del Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España (CSIC). Lleva años investigando y pensando sobre los efectos de la tecnología aplicada al trabajo y a la vida cotidiana, de las formas actuales del capitalismo digital y de la creación de valor en este contexto. Piensa en cómo estos procesos afectan nuestra subjetividad, nuestros cuerpos, nuestras emociones, y nuestras condiciones de vida y trabajo . Cuando digo “nos”, me refiero a las personas que nos dedicamos a profesiones vocacionales relacionadas con la generación de pensamiento, de conocimiento, y creatividad.
Ha escrito ensayos como “El Entusiasmo. Precariedad y trabajo creativo en la era digital” y “Frágiles. Cartas sobre la ansiedad y la esperanza en la nueva cultura”, dos libros que han tenido un impacto considerable en cómo entendemos lo que pasa y lo que nos pasa como investigadorxs y creadorxs. En “El Entusiasmo. Precariedad y trabajo creativo en la era digital”, comparte su claridad para entender cómo es posible que terminemos aceptando trabajar jornadas sin límites, de forma gratuita o a cambio de pagos muy bajos con respecto al coste de la vida. También podemos entender, gracias a su obra, por qué se suele entrar en lógicas de competencia entre colegas, es decir una atomización que nos debilita, en vez de implicarnos en construir procesos colectivos con colegas con lxs que compartimxs condiciones vitales y laborales en diferentes lugares del Planeta.
Específicamente durante la conferencia intervino con un análisis para entender por qué existe una confluencia de factores que hacen que trabajemos cada vez más por un escaso reconocimiento, autoexplotándonos y jugando el juego del capitalismo digital. Y cómo todo esto afecta las posibilidades o necesidad de acción colectiva.
Mientras escuchaba su intervención desde mi casa un sábado por la mañana, pensaba constantemente en las personas con las que trabajo y, claro, en mi misma, y nuestras dificultades compartidas.
Pensaba en que aunque nuestro punto de partida sea alguna forma de privilegio (por ejemplo, el haber accedido a una educación y a tener herramientas para pensar), participar en esta tendencia a no abrir la caja negra de las desigualdades que existen dentro de la universidad, hace que no compartamos más nuestras situaciones de vida y trabajo, es decir nuestras experiencias, y que nuestras fragilidades y precariedades acaben aún más reforzadas.
En el turno de preguntas le pregunté precisamente sobre esto. Les comparto la transcripción de su respuesta, hecha por la colaboradora de Mind Academia Valeria Arbeláez, y adaptada para este por mí:
Nadia:
“¿Qué ideas o consejos les darías a investigadoras que se encuentran en una situación de trabajo y vida precarias, para comenzar a romper con la aceptación de prácticas de autoexplotación?”
Remedios:
“No pidamos trabajar a nuestras colegas en exceso o en horarios no-laborales
Estamos todas, y hablo en un femenino que integra a todos las personas, en una cadena de igualdad de mediadores donde quienes tienen el verdadero poder para gestionar y para transformar cosas son invisibles, y están en un estrato al que se nos dificulta llegar. Con lo cual, la perversión del sistema es brutal porque nos convierte a aquellas personas que estamos autoexplotadas en mantenedoras de nuestra propia subordinación. Esto también hace que convirtamos en cómplices a nuestras amigas, a nuestras colegas, a las compañeras, cuando por ejemplo nos piden o les pedimos cosas, trabajo. Este es un asunto que me parece importante.
Seamos vulnerables y compartámoslo
El otro asunto que me parece importante, es que tomemos conciencia de que ceder a esta hiperproductividad propia de la autoexplotación contemporánea –con mayor o menor dosis de precariedad– implica caer en una rutina de trabajo y perder nuestros tiempos, o sea desubjetivarnos. De esta forma, recuperar y reivindicar nuestros tiempos de vida y nuestros tiempos de pensamiento para evitar hacer las cosas de cualquier manera y hacerlas con sentido requiere de la sintonía de las personas con las que trabajamos. Un pequeño ejemplo que yo compartía off the record antes de comenzar esta charla, y que espero que se vaya haciendo también, que vaya generando contagio, es que compartamos nuestra vulnerabilidad con las pequeñas redes de personas con las que trabajamos, con las amigas, con las compañeras. Yo personalmente he compartido mi vulnerabilidad y mi fragilidad que tiene que ver con una situación física mermada que me hace sufrir muchísimo en situaciones de presencialidad, y que cuando me veo sobrecargada, me agota y me hace sentir que soy menos humana.
Ayudémonos a decir que no
Ese compartirlo con las personas que nos invitan o con las que trabajamos es importante, porque también de una manera implícita o explícita les estamos pidiendo que lo entiendan, y que incluso cuando voy a decir “sí”, no dejéis que diga sí. No dejéis que diga sí porque mi contexto es que tengo ya mucho trabajo y no puedo aceptar más, o que tengo que equilibrar ese trabajo con trabajos que también son importantes.
Este convertir en cómplices a aquellas que forman parte de esa estructura maquínica genera desvíos y genera cambios, y genera que empecemos a primar el hacer menos con más sentido y que primemos la coherencia de nuestro discurso en lo que hacemos, por ejemplo, favoreciendo no contestar en los fines de semana los mensajes, o favoreciendo ese respeto grandioso a los tiempos de descanso para las demás.
Comentamos también off the record que el miedo cuando se dice que no, incluso cuando nos ayudamos a decir que no es algo que yo narro en mi libro “Frágiles”. Hay un primer relato que genera una similitud entre esos pequeños trabajos que vamos a aceptando, como esas sábanas livianas que son muy fáciles de aceptar y que vamos asumiendo, pero que llega un momento que son quinientas y que pesan mucho. Y que pesen mucho tiene una dificultad añadida y es que cuando se abre la ventana y viene una época de crisis se vuelan todas.
Ahora que hay financiación y que va a haber más contrataciones [en la universidad] hay oportunidad para decir que no. ¿Pero qué ha pasado en la pandemia que ni siquiera podíamos decir que no, o que pasará cuando vuelva a haber crisis y esa volatilidad de los trabajos? Son trabajos que nos hacen vivir con miedo a decir que no. Esos trabajos que nos impiden construir un suelo sobre el que asentar nuestro futuro.
Creemos trabajos que nos hagan bien mutuamente
Pienso que ahí de nuevo esa alianza es crucial para generar equilibrios porque de alguna manera estamos aprendiendo a vivir en un escenario que quiere normalizar las formas de explotación, pero donde nosotras queremos crear trabajos emancipadores y trabajos que no se apoyen ni en la precariedad ni en la temporalidad. Para ello el estar unidas y unidos, y nos hace estar alerta ante los vaivenes de las crisis que puedan venir. Hay aquí obviamente grados todavía grandes de incertidumbre y tenemos que ser capaces de experimentar con cosas y de pensar y especular sobre qué hacemos ahora. No nos acostumbremos a estar bajo presión. Pongo el énfasis en algo importante que es el alzar la voz, o sea que esa presión de la que ya hablaba Simone de Beauvoir y Simone Weil se convierta en rebeldía y no en sumisión. Tenemos que intentar que esta presión no se convierta en sumisión, y que esa rebeldía sea todavía el grito escuchado por quienes sí tienen el poder de gestionar tiempos y capital para ir rearticulando las formas de trabajo, e ir apostando por formas de trabajo menos desiguales, donde todas tengamos sueldos dignos, donde trabajemos menos tiempo, y donde el control del tiempo por nosotras y no por nuestras empleadoras sea algo que empecemos a poner en valor.”
Al escuchar su intervención, me dije “de todo esto es de lo que se trata Mind Academia”, de crear trabajo(s) que tengan sentido vital y un reconocimiento digno, se trata también de crear y sostener espacios de práctica de la investigación y de la creación a través de la escritura que sean colectivos, abiertos a expresar nuestros límites, nuestros miedos y a sentirnos orgullosas de lo que logramos. En los espacios que se facilitan en este espacio que creé yo pero que espero que sea de cada vez más personas, también aprendemos a negociar roles, cargas laborales, y expectativas en unas relaciones laborales que son jerárquicas.
Te dejo con dos preguntas, para que les des una vuelta, o si te animas, escribas tus respuestas:
- ¿Quiénes están implicadxs en esas situaciones exigentes, tanto a nivel personal, doméstico, familiar, como profesional?
- ¿Con qué en concreto podrías pedirle(s) colaborarte en poner límites a tu carga laboral o mental?
Transcripción de Valeria Arbeláez, adaptada por Nadia Hakim, y revisada por Remedios Zafra.
“El Entusiasmo. Precariedad y trabajo creativo en la era digital”, 2017, Anagrama.
“Frágiles. Cartas sobre la ansiedad y la esperanza en la nueva cultura”, 2001, Anagrama.