Tengo que confesar que me llama mucho la atención lo que comencé a oír cuando se acercaba el final del 2020, tan complicado para muchas personas. “Que se acabe pronto este 2020”. Como buena investigadora, me fijé bien en lo que se decía después de este deseo. “Para que las cosas sean mejores”, “para poder pasar página”, “porque ya estamos hasta el gorro de esta pandemia”. Es una especie de pensamiento mágico según el cual el cambio de año solar equivale a una renovación y a la desaparición de lo que no nos gusta. Pero la realidad es que este optimismo de que las cosas sean diferentes, sin su correspondiente traducción en acciones concretas, dura lo que duran las fiestas y rituales de cambio de año. Muy poco. 

Aunque parezca obvio, vale la pena repetirlo: el año nuevo no va a traer cosas nuevas si no hacemos algo al respecto. Debemos hacer algo que explícitamente e intencionalmente nos aporte una perspectiva más clara y alineada con lo que realmente necesitamos y deseamos, y sobre todo, necesitamos pasar a la acción.

Durante la fiesta de Nochevieja suelo escribir en un papel lo que aprendí ese año, lo que quiero cultivar de ahí en adelante, y lo que quiero dejar atrás. Siempre que lo propongo a las personas que están conmigo, por muy poco dadas a la auto-reflexión o a mostrar ese tipo de vulnerabilidad, se animan a hacerlo –hay algo poderoso en los rituales–. Luego, quemamos el papel. Es curioso que hay cosas que año tras año sigo deseando, pero que siguen sin ocurrir. Bueno, aceptémoslo, esta es la experiencia de la mayoría. Lo realmente curioso es que hay deseos que sí se cumplen.

Lo cierto es que cuando me he propuesto algo y lo hago suceder a base de persistencia, es porque formaba parte de un plan más abarcador. Eran objetivos que estaban conectados de forma muy íntima con mi sentido vital, es decir, eso que dota de significado mi vida y que va más allá de mí misma.

La claridad sobre mi sentido vital es el resultado de la reflexión persistente sobre qué tiene valor para mí, y sobre el impacto que busco tener en mi misma, en las personas que me rodean, y en los contextos que forman parte de mi vida. Es un juego en mi caso entre conectarme conmigo misma y explorar lo que ya estaba en mí, y la creación de mundos futuros a través de mi imaginación.  

En resumen, para dar sustento a estas aspiraciones de cambio para este nuevo año y avanzar hacia objetivos que tengan sentido y estén alineados con lo que es importante para nosotras/os, no es suficiente solo con desearlo. La motivación es un tema algo complejo, pero la motivación intrínseca es un factor que favorece enormemente que podamos superar obstáculos y llegar a un objetivo.

Para esto, hace falta hacer un trabajo de reflexión y de planificación para a partir de ahí pasar a la acción. Si tu trabajo usa la escritura como medio de comunicación, de expresión y de creación, seguro que te suena esto del poder que tiene la escritura para dar forma a nuestras ideas.