Uno de los focos de este blog y de mi acompañamiento en general es la reflexión, la toma de perspectiva para entender lo que estamos haciendo, lo que nos mueve en la vida, qué hacemos y qué no hacemos, y por qué. En vez de aproximarnos a esto desde el perfeccionismo que nos acompaña y que a veces incluso nos sostiene pero muchísimas otras nos impide realizarnos, podemos aproximarnos a esto desde la curiosidad. Con la misma curiosidad con la que leemos, estudiamos, escuchamos, miramos, tomamos notas para nuestras investigaciones, podemos investigarnos a nosotras/os mismas/os.
¿Para qué la auto-reflexión? Diferenciar entre creencias limitantes y la necesidad de aprender nuevas habilidades
Por un lado, nos permite entender qué está pasando cuando logramos fluir, disfrutar y avanzar con lo que hacemos, y por otro entender cuáles son los obstáculos que en cambio nos paralizan y desorientan. En resumen, desmitificamos y aportamos claridad.
También nos abrimos un camino de posibilidades, porque por otro lado comenzamos a ser conscientes de cuáles son nuestras creencias limitantes y el contenido concreto de nuestra falta de auto-confianza y de lo que nos hace dudar, y a diferenciarlo de las habilidades que todavía tenemos que aprender para superar los retos que se nos vienen con el trabajo de investigación, escritura, y en suma, de creación.
Nos contamos ciertas historias sobre quiénes somos y quiénes podemos ser, y muchas veces no nos dejan muy bien paradas/os, encerrándonos en una profecía auto-cumplida (“nunca he sido buena para la escritura y nunca lo seré”, ergo, “no lo intento”). Creer en nosotras/os mismos es una condición sine qua non para poder hacer cosas que antes no podíamos hacer, es decir, para hacer algo difícil por primera vez. Y podemos, sin duda, entrenarnos mentalmente para superarlas, y es un punto de partida (hice un video sobre visualizaciones guiadas que sirve en este sentido).
Pero este trabajo interno no quita que tengamos que aprender ciertas habilidades que son la parte del know-how de nuestro trabajo. La motivación no compensa la necesidad de aprender cosas nuevas, muchas veces complejas.
El siguiente paso después de tomar consciencia de las historias que nos contamos es ser conscientes de cuáles son las habilidades necesarias para por ejemplo hacer una tesis de doctorado, y hacer una estrategia para aprenderlas o asociarnos con personas que nos puedan ayudar.
Trabajar en estos dos frentes a la vez (creencias limitantes y detección de las habilidades que todavía necesitamos) nos ayuda a orientarnos a la práctica y a permitirnos la posibilidad de aprender y seguir desarrollándonos como investigadoras/es o trabajadoras/es autónomas/os, haciendo nuestro trabajo cada vez mejor, y disfrutando más, con cada vez más momentos de flow.
El muy difundido trabajo de Mihail Csikszentmihalyi, psicólogo, viene a cuento. Él descubrió –rodeado de un grupo de investigación– algunas de las condiciones que hacen que algunas personas experimenten un estado de alineación con el trabajo, de concentración absoluta, olvidando lo que está a su alrededor. Lo llamó “experiencia óptima” o estado de flow. Son básicas dos cosas: el sentir que estamos aprendiendo algo nuevo para lo que tenemos las habilidades, y que esas cosas sean vitalmente significativas.
Como mostraré más abajo, el tipo de tarea concreta o hito concreto dentro de tu proyecto, y también su grado de dificultad, son esenciales para encontrar ese sweet spot. Algo que no sea ni muy difícil ni muy fácil, con lo que puedas ir un poco más allá de lo que eres capaz actualmente, pero tampoco tan difícil que te bloquee. Cultivar este punto de balance te permite aumentar las asociaciones positivas que tienes con el trabajo, alimentando un ciclo positivo que te sostenga.
Si estás comprometida con tu propio proceso de aprendizaje, seguramente entiendes –o no te costará ver– que superar los retos que se te plantean escribiendo tu tesis, artículo científico o de divulgación, tu libro, proyecto artístico, o lo que tengas entre manos, te va a servir y acompañar más allá del producto escrito en sí. Es en este sentido también que el trabajo de auto-observación vale la pena.
Puedes descargar aquí una guía de las habilidades necesarias para hacer un doctorado.
Vienen a continuación las dos herramientas que te ofrezco: responder unas preguntas por escrito, y diseñar objetivos de trabajo cumpliendo una serie de parámetros. Recuerda: no hay una fórmula para todo el mundo, y el truco es encontrar la tuya.
Una serie de preguntas
Las personas que trabajan conmigo saben lo fan que soy de plantear preguntas para disparar la reflexión, y cómo no, la concreción a través de la escritura.
Te propongo las siguientes preguntas, que puedes responder por escrito:
- Qué te sale más fácil? Piensa en cosas/tareas/partes de tu proyecto concretas.
- Qué te es más difícil?
- Qué haces cuando fluyes, te olvidas de ti misma y de lo que pasa a tu alrededor y te lo pasas bomba?
- Qué pasa cuando procrastinas, o no te concentras? Describe con la mayor precisión posible el qué/cómo/cuándo/dónde/con quién.
Objetivos realizables
Los objetivos deben ser claros, súper concretos. En mi experiencia, esto no sale a la primera, sino que es algo que se trabaja constantemente. También porque los objetivos o las prioridades pueden ir cambiando con el tiempo.
Si los objetivos son muy fáciles, te aburres y pensarás que lo podrás hacer todo en el último minuto, llevándote a la procrastinación. O tal vez arrancas, pero una vez acabas una primera tarea, paras en seco.
Pero si el objetivo es muy difícil, muy alejado de tus capacidades actuales, te paraliza. Una buena idea que puedes probar es que puedas organizar las tareas de menor a mayor dificultad, porque arrancar con objetivos fáciles te ayuda a romper el hielo –por ejemplo, conectándolo con uno o dos pomodoros–, y tener esta progresión y el reto que suponen te ayuda a sostener la acción en el tiempo.
Piers Steel ha investigado estos dos efectos conectados como parte de su libro The Procrastination Equation.
Check-in semanal con estos objetivos
Aunque como a estas alturas sabrás ya, soy una gran defensora del trabajo en presencia de otras personas. Este ejercicio que va de objetivos a pomodoros lo ponemos en práctica de una manera muy particular en mis sesiones de Calla y Escribe y en mis asesorías individuales, y forma parte de las conexiones de trabajo online que facilito.
Las sesiones de Calla y Escribe (trabajo individual pero co-presencial con un grupo reducido) son un parón reflexivo donde nos permitimos unos minutos a la semana para retomar la perspectiva de en dónde estamos y para dónde vamos, entender lo que funcionó y lo que no, aprender de la experiencia del resto, y recibir mi apoyo para superar ciertos obstáculos. Así puedes adaptar la estrategia que seguirás semana a semana, apagando el piloto automático y confiando en tu proceso con más consciencia.
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