Foto de Ronaldo Olivera

En esta entrada te explico cuatro maneras para que tomes el hábito de no trabajar todo el día, e impedir que el trabajo colonice completamente tu vida -si te interesa impedirlo, claro-.

Esto siempre ha sido un peligro en el caso de investigadoras/es y doctorandas/os, al igual que para trabajadoras/es independientes. Lo particular sobre estos tiempos es que es cada vez más el caso para las personas que están teletrabajando desde la Covid-19.

Antes, muchas personas contaban con recursos externos que imponían límites entre los momentos y espacios de trabajo y de ocio, los familiares y los personales, etc., por ejemplo tener horarios fijos en lugares físicos separados de casa. Ahora todo ocurre en unos mismos espacios, y el tiempo parece no distinguirse durante el día -¿han visto que es cada vez menos automático saber en qué día estamos?-.

A esto hay que añadirle que son tiempos de crisis en los que la inseguridad laboral es más aguda. Cuando sientes que se te puede acabar el trabajo en cualquier momento, tu nivel de auto-exigencia aumenta, lo que hace que trabajes más horas y que te sientas presionada/o a estar todo el tiempo disponible. 

Como trabajadora autónoma, investigadora y ahora con Mind Academia, mi casa ha sido mi lugar principal de trabajo durante muchos años. Terminé de escribir la tesis en mi casa cuando ya no tenía beca y no disponía de las instalaciones de la universidad -bueno, en esa época podía ir a cafés o a alguna biblioteca-. Después, como investigadora y docente en una universidad a distancia, un poco más de lo mismo. Probé muchas cosas, y terminé entendiendo con ensayo y error, y espirales de incomodidad y estrés, algunas cosas que ahora quiero compartir con ustedes. 

El teletrabajo está agotando a todo el mundo. Puede ser especialmente peligroso cuando se mezcla con la presión por estar disponible y con el perfeccionismo e impaciencia de personas con expectativas altas sobre su trabajo y sí mismas, en proyectos largos y complejos como es el caso de una tesis de doctorado, un libro, artículo, o un proyecto creativo. 

Creo que lo más curioso e interesante de lo que les propongo, es que lo que podría parecer una cosa ínfima, en este caso rituales muy sencillos, tenga resultados tan poderosos.

Pequeños rituales para cerrar el día y desconectar física y mentalmente del trabajo pueden potencialmente mejorar tu calidad de vida e incluso aumentar tu rendimiento al día siguiente por haberte permitido descansar. Esto te permite ponerle un límite concreto al perfeccionismo o a la impaciencia, además de, evidentemente -y felizmente-, dejarte tiempo para las otras cosas, personas, proyectos, hábitos que son importantes para ti y tu bienestar en el corto, mediano y, sobre todo, el largo plazo. Sobre todo el largo plazo, porque a la mente humana le cuesta más actuar pensando en él. Pero este es tema para otra entrada.

Poner límites

Que no pongas límites al trabajo no es sólo un tema de disciplina personal y por la incertidumbre. Solemos actuar por reacción y no a partir de una reflexión que nos ayude a “defender” estos otros espacios y tiempos para cosas que también son vitales. Así sea una hora al día, y aquí incluyo, junto con la hora para cuestiones personales, otra posible hora de trabajo en solitario en el caso de que trabajes en equipo.

Un ejemplo de acción guiada por la reflexión y no por una reacción sería tener argumentos para no dejarte poner una reunión a ciertas horas del día, con un “ya tengo ocupado ese momento así que si pudiéramos quedar en otro momento, te agradezco”. O en el caso de personas que trabajen solas, puedes acabar el día sabiendo aunque no hayas terminado todo lo que te habías propuesto, confías en que al día siguiente tendrás otro momento para acabarlo. Y teniendo una idea más clara de lo que hay que hacer después.

Además de la reflexión -por muy breve que sea-, hay otro tip que hasta que no probé y comprobé en carne propia no vi su importancia. Hacer las cosas que requieran menos intensidad y concentración al final del día te ayudará a ir “apagando motores” de forma orgánica, dejando las cosas más exigentes para antes de la comida. En la cultura latina a la que pertenezco, solemos comer -almorzar- fuerte si nos lo podemos permitir. Esto da un bajón energético tremendo por unas horas, y luego la energía repunta como a las 18h (dependiendo de a qué horas comas). Por eso puede pasar que retomes tareas intensas a esa hora y que se te alargue la jornada laboral. 

Aquí tienes 4 ideas para no estar trabajando todo el día, y para comenzar a equilibrar más las diferentes áreas de tu vida.  Son sencillas y estoy segura de que podrás probarlas desde ya.

En mis sesiones de trabajo -tanto individuales como en grupo- ayudo a implementar estas ideas de forma coherente a tu proyecto y tu estilo de vida y de trabajo, y a sostener la práctica en el tiempo.

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